Los mosquitos vuelven al entorno del Guadalhorce tras las lluvias de otoño. Los técnicos y los Agentes de Medio Ambiente detectan ejemplares adultos y larvas en la zona, pero su número es bajo.
Las
intensas lluvias registradas en Málaga en los primeros días de
diciembre, unido a los 20 grados de temperaturas máximas que se están
alcanzando esta semana, han sido el caldo de cultivo idóneo para que los
mosquitos vuelvan a proliferar en el entorno de la desembocadura del
río Guadalhorce. Sin llegar a considerarse una nueva plaga, los técnicos
de la empresa Athisa Medio Ambiente, a la que el Área de Sostenibilidad
Medioambiental del Ayuntamiento de la capital tiene encomendada la
tarea de controlar las plagas en la ciudad, llevan varias semanas
observando de nuevo la presencia de larvas y especialmente adultos en la
zona.
De hecho, en la visita que realizaron ayer estos técnicos
junto a Agentes de Medio Ambiente corroboraron una mayor presencia de
mosquitos y, en cambio, inferior número de larvas en la mayoría de los
puntos inspeccionados. En los últimos días, el Ayuntamiento de Málaga
había vuelto a recibir quejas por mosquitos en la zona del colegio Julio
Caro Baroja ubicado en Guadalmar, junto a la desembocadura del río. Sin
embargo, los técnicos revisaron ayer las posibles zonas de refugio de
los adultos como setos y césped de los alrededores y, si bien se
observaron algunos individuos, su número era "muy bajo". Sí ha aumentado
con respecto a la visita realizada el pasado 21 de diciembre, algo
lógico según los técnicos teniendo en cuenta que ya entonces se
detectaron larvas.
También en todos los puntos inspeccionados la
presencia de larvas era muy baja y bastante inferior a la última visita,
y la mayoría están en el estadio de pupa por lo que ya no resulta
efectiva la aplicación de un larvicida debido a que en ese estado las
larvas ya no se alimentan. La razón de esta nueva presencia de mosquitos
en el paraje natural se debe a que el nivel de agua de las lagunas
ubicó considerablemente tras las lluvias de finales de otoño, motivo por
el cual hay puntos a los que no se ha podido acceder. Aunque poco a
poco va bajando el nivel de agua, el problema ahora son las altas suaves
temperaturas que se están registrando y que favorecen el desarrollo de
las dos especies más comunes localizadas en la desembocadura del río
Guadalhorce, llamadas Ochlerotatus caspius y Ochlerotatus detritus.
Los
técnicos de Athisa explicaron que cuando se den estas circunstancias
favorables estas especies pueden proliferar en cualquier época del año.
El único matiz es que ahora su ciclo de desarrollo es más largo y en
lugar de seis días supera los 20 días, lo que da más tiempo a los
depredadores naturales a eliminar las larvas. A pesar de la alarma
generada en el entorno por el importante foco detectado el pasado
verano, se trata de un tipo de mosquito de una amplia distribución y
muy común en toda la cuenca mediterránea que no entraña ningún peligro.
Las especies halladas son marrones, tienen algunas manchas claras, son
picadoras diurnas y sus picaduras pueden dar algo más de reacción que
las habituales, características que hicieron que fueran confundidas con
el temido mosquito tigre de amplia distribución ya en el litoral. Como
no se esperan nuevas lluvias, los técnicos no visitarán la zona hasta el
próximo día 25.
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