Vida después del infierno. 27.500 especies plantas y 185 kilos de bellotas para recuperar el paisaje en Cenes.
Un año después del desagradable episodio que hizo desaparecer el 90% de
la superficie arbórea del paraje de Lomas del Genil en los términos
municipales de Cenes de la Vega y Pinos Genil, el optimismo es la nota
imperante. La rápida actuación de la Confederación Hidrográfica del
Guadalquivir (CHG) junto a la colaboración de la Agrupación Granadina de
Naturalistas para la Defensa de la Naturaleza (Agnaden) ha permitido
que los primeros brotes verdes sean ya una realidad sobre el terreno
que el 22 de agosto se calcinó.
El gris de las cenizas torna poco a poco al marrón de la tierra y al verde de las especies nuevas. Eso sí en la zona todavía predomina una sensación lunática. El corazón se encoge al divisar desde lo más alto los efectos del fuego. Al menos hay espacio para la esperanza. Decenas de encinas, quejigos y pinos carrascos han surgido del firme desde el pasado mes de enero. Un síntoma muy positivo. Más aún cuando las altas temperaturas han sido la tónica dominante, sobre todo, al comienzo del periodo estival.
La efectividad de la CHG, que comenzó a operar en la zona a final del mes de septiembre del año pasado, ha permitido que la recuperación en la zona sea una realidad.
La obra de emergencia para la restauración ambiental del espacio afectado concluyó en marzo. Durante el semestre que se prolongaron los trabajos se proyectaron dos actuaciones. La primera de ellas de carácter hidrológico con la construcción de cuatro diques de mampostería y la reparación de otros seis de gaviones (compuestos de piedra y malla con forma de jaulas). Eso ha permitido contener los sedimentos arrastrados a barrancos y cauces del paraje para evitar la presencia de los mismos en el tramo urbano del río Genil.
En lo que respecta al tratamiento de restos vegetales, se ha repoblado con especies propias de la zona como el pino carrasco, encina, quejigo o espino blanco. Esta labor se ha llevado a cabo en el firme que previamente al incendio no estaba arbolado. En la que sí había se puede observar que hay cierto regenerado de pino carrasco de semilla. De igual modo, se aprecia el brote de encinas y diferentes variedades de matorral. Las lluvias que se produzcan a partir de ahora pueden ser claves para el crecimiento de todas ellas.
Antes de intervenir directamente sobre esta porción de la superficie, desde la CHG advierten de que seguirán al detalle la evolución durante dos años, "como mínimo". Si fallara la progresión actual se actuará para completar el proceso.
A un total de 37.000 plantas ha incorporado la entidad gubernamental. Un 60% es de pino carrasco, un 25% encina y un 2,5% de cada una de las especies restantes, entre las que figura también el espino blanco, lentisco, retamas y chopo blanco. A eso hay que sumar la plantación con siembra de unos 150 kilos de bellotas de encina. En los meses de octubre, noviembre y diciembre -coincidiendo con una época más fría y húmeda- se efectuaron esas tareas en las que diariamente trabajaron 40 personas.
Con la inversión de 1,4 millones de euros por parte de la CHG se han puesto las mimbres para que dentro de 70 años, desde Cenes de la Vega la imagen sea idéntica a la que había antes del día de marras. No obstante, los expertos creen que en un plazo de entre cinco y diez años empiece a vislumbrarse el esfuerzo realizado. Para el verano próximo se espera que el manto verde de pastizal cubra por completo las laderas que bajan hacia el Genil. La ilusión vuelve a instalarse así entre los ceneros.
En la limpieza que se ha hecho de los elementos quemados, como por ejemplo los troncos, estos se han utilizado para la construcción de fajinadas. Es decir, la colocación de las distintas piezas a modo de cilindro como si fueran pequeños diques -de no más de un metro de altura- para contener la erosión. La madera sobrante fue retirada para la fabricación de astillas y pellets con el fin de emplearla para la producción de energía renovable.
Las 195,7 hectáreas de superficie forestal que ardieron empiezan a experimentar una segunda oportunidad. De todo ese espacio, 102 hectáreas representaban el área de arbolado con el pino carrasco y encina como principales especies arbóreas.
Este fatal acontecimiento tiene su vertiente social. Cuando las primeras llamas se hicieron notar en la tarde del recordado 22 de agosto, los mensajes de condena por lo que estaba ocurriendo se sucedían en las redes sociales. En el grupo de Facebook titulado 'Cenes contra el fuego' los vecinos se desahogaban sin dar crédito a lo que veían con sus propios ojos.
Una vez extinguido el incendio y asimilado el mismo, muchos de los usuarios con sus comentarios se ofrecieron para echar una mano para recuperar la normalidad en el paraje de Lomas del Genil. La próxima generación será la primera que así lo vea. Una losa que no le ha pesado a varias decenas de voluntarios para colaborar junto a colectivos ecologistas. De alguna forma u otra, la Agrupación Granadina de Naturalistas para la Defensa de la Naturaleza (Agnaden-Ecologistas en Acción) han canalizado ese interés social ante el señalado reto.
Esta organización integrada por expertos en la materia contactó con la CHG para ver de qué modo se podían compatibilizar sus acciones con las oficiales. Así se formó un maridaje perfecto.
Concedida la autorización, los miembros de Agnaden han realizado cuatro convocatorias desde el pasado mes de enero en las que han plantado 500 especies autóctonas (pino carrasco, encina y quejigo) además de sembrar 35 kilos de bellotas, cantidades que se suman a las de la CHG.
Parte activa de este colectivo es José Miguel Marín. Él es Agente de Medio Ambiente y valora muy positivamente la "eficacia" con la que la CHG intervino en el terreno afectado. "Lo hicieron en el momento adecuado y con gran celeridad", apunta.
El éxito del proyecto estriba, según relata, en haber apostado por la heterogeneidad de la flora porque "es fundamental para el futuro. Con la discontinuidad de especies el fuego arde con menos rapidez". Agnaden ha trabajado en una hectárea y media de la superficie.
Con el seguimiento "permanente" que hacen en la zona han detectado que el verde empieza a ser una realidad. "Tiene buena pinta con el verano tan duro que ha hecho", dice Marín que coincide en este extremo con su compañero Luis de Manuel. Ambos celebran que la CHG haya seguido regando con una cuba toda la parte de plantación durante julio y agosto. Así pues, el mimo ha sido la tónica dominante.
Ante la buena disposición encontrada, Agnaden quiere afrontar un nuevo reto para el próximo otoño. Se quiere aprovechar la humedad y umbría de los barrancos para incluir madroños, chopos o fresnos en la zona, a falta de la confirmación que tiene que otorgar la CHG.
Por otro lado, el organismo competente en la cuenca también ha organizado durante el curso escolar sesiones de replantación con colegiales. Una medida con un doble objetivo, colaborar en la repoblación y concienciar a los más pequeños de la importancia que tiene el medio natural.
Cabe recordar que una imprudencia humana estuvo detrás de este triste episodio ya que el equipo de investigación encontró en el foco de las llamas restos de velas y fruta cortada. Señal de que llegó a celebrarse un rito extraño.
Para prevenir sucesos como este, la CHG ha impulsado una política de intervención y mantenimiento de los montes públicos que están bajo su titularidad. Este organismo ha elaborado un Plan de Prevención de Incendios para las más de 30.00 hectáreas que gestiona. Con eso se pretende reducir el material combustible y adoptar medidas en relación al tratamiento silvícola, líneas de defensa y áreas de cortafuegos que se traduzca en una reducción del peligro.
En próximas fechas diferentes espacios naturales de la zona centro de la provincia contarán con un proyecto de prevención. Precisamente, ese programa dotado con más de 622.000 euros recoge acciones concretas en Cenes para limpiar cortafuegos y dotar al paraje de fajas preventivas.
El gris de las cenizas torna poco a poco al marrón de la tierra y al verde de las especies nuevas. Eso sí en la zona todavía predomina una sensación lunática. El corazón se encoge al divisar desde lo más alto los efectos del fuego. Al menos hay espacio para la esperanza. Decenas de encinas, quejigos y pinos carrascos han surgido del firme desde el pasado mes de enero. Un síntoma muy positivo. Más aún cuando las altas temperaturas han sido la tónica dominante, sobre todo, al comienzo del periodo estival.
La efectividad de la CHG, que comenzó a operar en la zona a final del mes de septiembre del año pasado, ha permitido que la recuperación en la zona sea una realidad.
La obra de emergencia para la restauración ambiental del espacio afectado concluyó en marzo. Durante el semestre que se prolongaron los trabajos se proyectaron dos actuaciones. La primera de ellas de carácter hidrológico con la construcción de cuatro diques de mampostería y la reparación de otros seis de gaviones (compuestos de piedra y malla con forma de jaulas). Eso ha permitido contener los sedimentos arrastrados a barrancos y cauces del paraje para evitar la presencia de los mismos en el tramo urbano del río Genil.
En lo que respecta al tratamiento de restos vegetales, se ha repoblado con especies propias de la zona como el pino carrasco, encina, quejigo o espino blanco. Esta labor se ha llevado a cabo en el firme que previamente al incendio no estaba arbolado. En la que sí había se puede observar que hay cierto regenerado de pino carrasco de semilla. De igual modo, se aprecia el brote de encinas y diferentes variedades de matorral. Las lluvias que se produzcan a partir de ahora pueden ser claves para el crecimiento de todas ellas.
Antes de intervenir directamente sobre esta porción de la superficie, desde la CHG advierten de que seguirán al detalle la evolución durante dos años, "como mínimo". Si fallara la progresión actual se actuará para completar el proceso.
A un total de 37.000 plantas ha incorporado la entidad gubernamental. Un 60% es de pino carrasco, un 25% encina y un 2,5% de cada una de las especies restantes, entre las que figura también el espino blanco, lentisco, retamas y chopo blanco. A eso hay que sumar la plantación con siembra de unos 150 kilos de bellotas de encina. En los meses de octubre, noviembre y diciembre -coincidiendo con una época más fría y húmeda- se efectuaron esas tareas en las que diariamente trabajaron 40 personas.
Con la inversión de 1,4 millones de euros por parte de la CHG se han puesto las mimbres para que dentro de 70 años, desde Cenes de la Vega la imagen sea idéntica a la que había antes del día de marras. No obstante, los expertos creen que en un plazo de entre cinco y diez años empiece a vislumbrarse el esfuerzo realizado. Para el verano próximo se espera que el manto verde de pastizal cubra por completo las laderas que bajan hacia el Genil. La ilusión vuelve a instalarse así entre los ceneros.
En la limpieza que se ha hecho de los elementos quemados, como por ejemplo los troncos, estos se han utilizado para la construcción de fajinadas. Es decir, la colocación de las distintas piezas a modo de cilindro como si fueran pequeños diques -de no más de un metro de altura- para contener la erosión. La madera sobrante fue retirada para la fabricación de astillas y pellets con el fin de emplearla para la producción de energía renovable.
Las 195,7 hectáreas de superficie forestal que ardieron empiezan a experimentar una segunda oportunidad. De todo ese espacio, 102 hectáreas representaban el área de arbolado con el pino carrasco y encina como principales especies arbóreas.
Este fatal acontecimiento tiene su vertiente social. Cuando las primeras llamas se hicieron notar en la tarde del recordado 22 de agosto, los mensajes de condena por lo que estaba ocurriendo se sucedían en las redes sociales. En el grupo de Facebook titulado 'Cenes contra el fuego' los vecinos se desahogaban sin dar crédito a lo que veían con sus propios ojos.
Una vez extinguido el incendio y asimilado el mismo, muchos de los usuarios con sus comentarios se ofrecieron para echar una mano para recuperar la normalidad en el paraje de Lomas del Genil. La próxima generación será la primera que así lo vea. Una losa que no le ha pesado a varias decenas de voluntarios para colaborar junto a colectivos ecologistas. De alguna forma u otra, la Agrupación Granadina de Naturalistas para la Defensa de la Naturaleza (Agnaden-Ecologistas en Acción) han canalizado ese interés social ante el señalado reto.
Esta organización integrada por expertos en la materia contactó con la CHG para ver de qué modo se podían compatibilizar sus acciones con las oficiales. Así se formó un maridaje perfecto.
Concedida la autorización, los miembros de Agnaden han realizado cuatro convocatorias desde el pasado mes de enero en las que han plantado 500 especies autóctonas (pino carrasco, encina y quejigo) además de sembrar 35 kilos de bellotas, cantidades que se suman a las de la CHG.
Parte activa de este colectivo es José Miguel Marín. Él es Agente de Medio Ambiente y valora muy positivamente la "eficacia" con la que la CHG intervino en el terreno afectado. "Lo hicieron en el momento adecuado y con gran celeridad", apunta.
El éxito del proyecto estriba, según relata, en haber apostado por la heterogeneidad de la flora porque "es fundamental para el futuro. Con la discontinuidad de especies el fuego arde con menos rapidez". Agnaden ha trabajado en una hectárea y media de la superficie.
Con el seguimiento "permanente" que hacen en la zona han detectado que el verde empieza a ser una realidad. "Tiene buena pinta con el verano tan duro que ha hecho", dice Marín que coincide en este extremo con su compañero Luis de Manuel. Ambos celebran que la CHG haya seguido regando con una cuba toda la parte de plantación durante julio y agosto. Así pues, el mimo ha sido la tónica dominante.
Ante la buena disposición encontrada, Agnaden quiere afrontar un nuevo reto para el próximo otoño. Se quiere aprovechar la humedad y umbría de los barrancos para incluir madroños, chopos o fresnos en la zona, a falta de la confirmación que tiene que otorgar la CHG.
Por otro lado, el organismo competente en la cuenca también ha organizado durante el curso escolar sesiones de replantación con colegiales. Una medida con un doble objetivo, colaborar en la repoblación y concienciar a los más pequeños de la importancia que tiene el medio natural.
Cabe recordar que una imprudencia humana estuvo detrás de este triste episodio ya que el equipo de investigación encontró en el foco de las llamas restos de velas y fruta cortada. Señal de que llegó a celebrarse un rito extraño.
Para prevenir sucesos como este, la CHG ha impulsado una política de intervención y mantenimiento de los montes públicos que están bajo su titularidad. Este organismo ha elaborado un Plan de Prevención de Incendios para las más de 30.00 hectáreas que gestiona. Con eso se pretende reducir el material combustible y adoptar medidas en relación al tratamiento silvícola, líneas de defensa y áreas de cortafuegos que se traduzca en una reducción del peligro.
En próximas fechas diferentes espacios naturales de la zona centro de la provincia contarán con un proyecto de prevención. Precisamente, ese programa dotado con más de 622.000 euros recoge acciones concretas en Cenes para limpiar cortafuegos y dotar al paraje de fajas preventivas.
Fuente: granadahoy.com
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