La década de los 70 fue determinante para la especie autóctona que vio cómo iban desapareciendo la mayoría de los reductos de la provincia a causa de la llegada de ejemplares de cangrejo americano.
Hoy, existen en Málaga 30 lugares secretos en el que se reproducen este tipo de animales, que están en peligro de extinción.
Apenas restan unos minutos para que las agujas del reloj marquen las 10.30 horas de la mañana y tres coches pertenecientes al Área de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía ya esperan a la entrada de un camino empedrado. El sol comienza a hacer de las suyas, sin embargo, la subida de apenas quince minutos se hace amena, entre caminantes que disfrutan del paseo y un paisaje tan verde que podría ser la viva imagen de la primavera.
El contador de uno de los vehículos suma más kilómetros que el resto. Su conductora, Ana Lucha viene desde Granada y es la responsable de portar en su maletero 100 cangrejos autóctonos de menos de dos años. Ellos serán los encargados de repoblar una zona que, al igual que otros muchos lugares de la provincia, en los años 70 vio mermada su población hasta tal punto que llegaron a quedar tres reductos en los que era posible encontrar este animal. «Sobre el año 75 se trajo el cangrejo rojo americano a los arrozales de Sevilla. Esta especie tiene un hongo contra el que los cangrejos de Málaga no pueden luchar», explica el coordinador de los agentes de medio ambiente de la Serranía de Ronda, Javier García que va a la cabeza en la carrera por llegar a la ubicación secreta.
En el coche también va Paco Corbacho, el trabajador que se va a responsabilizar de los recién llegados durante unos meses. Habla emocionado. Es un gran día para él. «El agua es permanente durante todo el año y esperamos que prosperen», asegura. García le da la razón: «Se ha estudiado que el ph del agua es el adecuado pues presentan una gran cantidad de cal, además se trata de una zona en la que no existen cangrejos rojos».
La tarea que van a realizar a continuación es diferente a las que acostumbran a hacer y corresponde a un programa de recuperación que se inició en el 2003 y que se ha saldado con un total de 30 localizaciones en las que viven, hoy día, los cangrejos malagueños.
«Estos ejemplares han pasado de ser una especie pescable a ser una especie protegida y en peligro de extinción en apenas 30 años», dice el responsable de todos los Agentes medioambientales de la provincia, Pepe Montes.
El lugar, lleno de árboles y con pequeñas fuentes de agua es el idóneo. Los ocupantes de los vehículos se bajan y, en pocos minutos rodean a Ana Lucha que deja una nevera de color azul en el suelo y una caja a unos centímetros de la primera fuente. La joven, que lleva en pie desde las seis de la mañana, pasó por el Centro de Cultivo de la Hermita de Granada y eligió a los cangrejos con la línea genética de Málaga. «Intenté elegir la misma cantidad de hembras que de machos pero no fue una elección concienzuda», confiesa. Las cuestiones no dejan de sucederse y comienza el trayecto a pie hasta que una alberca sorprende a los caminantes. «Aquí los cangrejos van a estar en un hotel de seis estrellas», exclama Paco Corbacho que no cesa en su empeño de ayudar a Ana en la suelta de los ejemplares. La caja servirá para meter a tres cangrejos machos. «Es una caja testigo, cada dos semanas se controlarán los cangrejos y se comprobará que están bien», dice Javier García que ya tiene en sus manos varios de ellos. «Seguro que muchas personas se acuerdan de haber cogido estos animales durante su infancia», rememora Pepe Montes que se ocupa de preparar el espacio.
Mientras, la granaína corta las sardinas arenques que acompañarán a la pequeña población de cangrejos durante su estancia en la caja. La prueba se desarrollará hasta el mes de agosto. «Seguro que sale bien», dicen optimistas los que allí se encuentran. «Si todo va como tiene que ir, volveremos para traer más», asegura Ana que se aleja del grupo para coger dos ladrillos que servirán de contrapeso para meter a la muestra. Mientras, Paco corre hacia una zona arbolada para conseguir una rama. «La idea es que el reflejo del agua haga que la gente no pueda ver que aquí están los cangrejos», comentan.
Mientras los tres ejemplares van descendiendo, Corbacho tapa la cubículo con varias algas. «¡Qué bonito, ya verás cuando venga aquí con mis nietos», no para de repetir el trabajador. «Para alguien a quién le guste todo esto, es increíble». Luego, los cangrejos que hace unas horas estaban en Granada se van dejando en libertad. La alberca los acoge y ellos nadan desde las manos de los agentes de medio ambiente hacia su nuevo hogar. «En Granada tenemos una línea genética genérica y luego hay tres líneas diferenciadas que coinciden con las de Jaén, Granada y Málaga».
El periplo vital de estos animales comienza en un estanque. «Durante la época de celo, que suele ser en octubre, se juntan a los machos y a las hembras y una vez que se realiza la copulación, la hembra se encarga de la autofecundación y vuelven a separarse», explica Ana. La vuelta a los vehículos se alarga un poco más. Por el camino los agentes saludan a varios estudiantes que han acudido a la zona para plantar un árbol. Javier García hace una comparativa y dice: «Ahora lo que hay que hacer en la vida es escribir un libro, tener hijos y soltar un cangrejo». Y todos ríen. El ecosistema acaba de recibir una nueva especie y la alegría impregna a los que se esconden tras un trabajo invisible. «Cualquier actuación del hombre puede provocar graves consecuencias en el medio», sentencia García. Y es también la mano del humano la que lo solventa.
Proceso: Un largo viaje para completar el ecosistema
1. La elección de los cangrejos se hace en Granada
Aunque son autóctonos de Málaga, la mayor parte de estos cangrejos crecen y en el Centro de Cultivo de la Hermita, en Granada.
Una caja, una nevera de color azul y una sardina es el equipaje de los 100 cangrejos que se trasladaron hasta la provincia esta semana. El trayecto, de dos horas de duración, culminó en una alberca, elegida concienzudamente por los Agentes de medio ambiente.
Tres cangrejos machos son separados del resto. Convivirán hasta el mes de agosto en una pequeña caja que se encargará de controlar Paco Corbacho cada dos semanas. La estabilidad de estos ejemplares permitirá saber si sus 97 compañeros se encuentran en perfectas condiciones.
4. El reflejo del agua, traje invisible para impedir la pesca ilegal
Los agentes de medio ambiente eligen de un modo preciso el lugar en el que irá la caja testigo. Se fijan en el reflejo del agua y tapan cualquier atisbo de duda con algunas algas y ramas que encuentran en el lugar. «Aquí estarán como en un hotel de 6 estrellas».
5. La suelta de los cangrejos
Los seis Agentes de Medio Ambiente que se encargan de la operación cogen a los cangrejos con delicadeza y los sueltan en el agua. «¡Qué bonito!», exclaman.
6. Programa de recuperación
«Estos cangrejos han pasado de ser pescables a ser una especie protegida», comenta Pepe Montes. Él, al igual que sus compañeros, forman parte de un programa de recuperación que se inició en 2003.
7. 30 reductos en toda la provincia
Aunque son lugares secretos, desde el comienzo de la iniciativa se ha conseguido multiplicar por tres el número de espacios en los que se pueden ver cangrejos.
Fuente: http://www.laopiniondemalaga.es
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