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3 de febrero de 2016

Agentes de Medio Ambiente: claves en la investigación de delitos de incendio forestal #AAMM #AAFF

Tras el rastro del incendio. Diez agentes de medio ambiente forman en Málaga la Brigada de Investigación de Incendios Forestales Su misión: que no queden impunes.

Su intervención es clave para hacer hablar al monte y desvele qué o quién ha hecho que arda en llamas. Su trabajo, discreto y desconocido por muchos, resulta crucial para que los incendios que cada año se ceban con el patrimonio forestal no queden impunes y se sepa la verdad de lo ocurrido. Diez agentes de medio ambiente trabajan en la Brigada de Investigación de Incendios Forestales (BIIF) de la provincia y, aunque su carga de trabajo se multiplica por mil en la época de mayor riesgo, no descansan ni en invierno, siempre vigilantes y al acecho de cualquier indicio que les lleve hasta el final.

En lo que va de año ya han tenido que iniciar la investigación de dos siniestros y desde 199, año que empieza a operar en Málaga, ya han determinado 2.600 puntos de inicio de 1.800 incendios distintos. Solamente el año pasado investigaron unos 153 fuegos ocurridos en la provincia, de los que emitieron más de 110 informes.

Su trabajo comienza con el aviso de un incendio y acuden en el mismo momento cuando no existe una causa clara evidente del origen para evitar que las tareas de extinción destruyan pruebas esenciales para descubrir qué lo originó, cómo, por qué y quién. Su objetivo, en definitiva, es conseguir la prueba pericial que permita que el siniestro no quede impune. "El tiempo que pasa es la verdad que huye" es su lema.

A simple vista, son capaces de ver las pistas que el fuego ha dejado a su paso. Solamente con ver la orografía de la zona y en función de la climatología, los agentes de Medio Ambiente especializados en la investigación de incendios pueden aventurar un punto de inicio con ayuda también de las fotos aéreas que toman los técnicos del dispositivo Infoca. A partir de ahí, se determina el perímetro de la posible zona de origen del fuego para que no se contamine el lugar y se empieza a reconstruir su recorrido al revés, es decir, desde donde se ha propagado hacia el inicio.

Cualquier elemento del entorno da información de lo ocurrido. "El fuego deja indicativos de paso y la vegetación, el suelo, los árboles y las piedras hablan de cómo se han quemado e indican hacia dónde fue y de dónde vino, lo que nos lleva al inicio del incendio y, por tanto, a los indicios que ayuden a demostrar la causa y el causante", contó el responsable de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales de la provincia de Málaga que atesora más una dilatada experiencia en esta materia.

La dirección que ha seguido el fuego resulta clave para tener éxito en una investigación y llegar a encontrar evidencias del origen de la combustión. Y es que, según aseguró, "conforme va avanzando el fuego hay una graduación del año, lo que indica que la vegetación de alrededor del punto de inicio está siempre menos quemada". También la mineralización completa de las cenizas en un punto concreto, es decir, cuando están más blancas, es una pista fundamental porque indica mayor resilencia en esa zona.

La segunda pregunta crucial es determinar qué tipo de actividades suelen darse en la zona y que hayan podido generar esa fuente de energía, como barbacoas, quemas agrícolas o uso de maquinaria, por ejemplo.

Esta semana tocaba volver al lugar donde el pasado 9 de enero un incendio ocurrido en los alrededores de una vivienda en una zona rústica de Cómpeta amenazó con saltar al cercano parque natural de Sierra Almijara en mitad de la noche. En ese caso, los agentes de medio ambiente que trabajan en la BIIF en Málaga encontraron evidencias de restos de carbones procedentes de una chimenea o barbacoa, que se depositaron junto a una zona de vegetación sin apagar. Tampoco había ejecutado su plan de autoprotección, una exigencia legal que deben tener todas las edificaciones en zonas forestales o de influencia forestal para que no haya continuidad que facilite la propagación de un hipotético fuego ni en horizontal ni en vertical y que desgraciadamente no todas cumplen.

Las negligencias o imprudencias son, de hecho, el origen de más del 50% de los incendios investigados el año pasado en la provincia de Málaga. Los siniestros con un origen natural suelen ser los menos, poco frecuentes y causados principalmente por un rayo o por la fermentación de restos orgánicos, como por ejemplo ocurre en un vertedero.

La dificultad llega cuando se producen varios focos en un mismo incendio. En ese caso, explicó este agente de medio ambiente, "hay que descartar primero el posible transporte de pavesas y de material combustible en combustión para poder plantear que ha sido intencionado, en muchos casos por venganzas contra el propietario de la parcela o contra la propia administración".

El problema, contó otro de los agentes de medio ambiente de la BIIF, es "cuando no se puede precisar el origen de la propagación del fuego". Reconoce que a veces resulta ciertamente complicado cuando, por ejemplo, se ha iniciado por el salto de pavesas originando varios focos y cuando el incendio comienza al lado de vías de comunicación "porque se destruyen muchas pruebas con la llegada de los primeros medios de extinción".

De ahí, que la minuciosidad de su trabajo sea clave para no dejar ninguna pista en el camino. Tanto es así que cuando no está tan claro actúan como verdaderos arqueólogos con pincel en mano para analizar todo el perímetro acotado en calles.

Una de las primeras evidencias que buscan en el lugar del suceso es si la fuente de energía original ha sido suficiente para propagar el incendio o bien hay un elemento que ayuda a distribuirlo. Por ejemplo, los que los investigadores llaman el combustible vegetal fino y muerto o, lo que es lo mismo, la hierba seca arde a más de 250 grados de temperatura, mientras que solamente la punta de un cigarrillo encendido puede llegar a los 500 ó 600 grados "temperatura suficiente para iniciar un incendio si se dan las condiciones".

Cuanta menos agua tenga la vegetación hará falta menos energía para formar llama, mientras que cuando el índice de humedad relativa del combustible ligero y muerto es superior al 12% es "sumamente improbable que una colilla forme un incendio, concretamente menos del 6% de probabilidades de que se origine la ignición", explicó el responsable del BIIF de Málaga.

El perímetro de actuación en el que los agentes de medio ambiente deben encontrar las pistas que les permitan desentrañar lo ocurrido suele rondar entre los 500 metros cuadrados y las dos hectáreas como máximo. Y normalmente el mismo día del incendio suelen hacerse con todas las evidencias para ubicar el punto de inicio y la posible causa. Más tarea supone dar con el causante, en algunos casos gracias al ticket de compra de la carne usada en una barbacoa que fue el origen de un incendio ocurrido en Mijas en 2008.

Como agentes de la autoridad, el personal de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales hacen uso de todos los medios a su alcance para llegar hasta el final en cada incendio. Identifican a al propietario de la parcela y a los vecinos, comprueban las referencias catastrales y el uso que se hace de los distintos suelos afectados. Con el informe que elaboran sobre la investigación y la aportación de las pruebas materiales del suceso, son las cuerpos y fuerzas seguridad del Estado como la Guardia Civil y la Policía autonómica adscrita a la Policía Nacional los encargados de la llamada prueba personal cuando se logra identificar al responsable.

A priori, todos los incendios por pequeños que sean son perseguibles judicialmente, aunque será un juez el que determine finalmente si ha habido dolo o no. Lo único que lamentan es la lentitud del proceso que en la mayoría de los casos supera los cinco años entre el incendio y la celebración del juicio contra el responsable.

Hasta ahora, la mayor pena de cárcel confirmada por el Tribunal Supremo contra el responsable de un incendio es la de un hombre que en 2001 fue identificado como autor de un fuego en Ojén. Por aquel delito se le pedía una pena de entre 11 y 17 años de prisión, aunque finalmente se le redujo hasta los ocho años por el atenuante de la enajenación mental que padecía.

El rastro del fuego implica también riesgos para estos agentes que en algunas ocasiones se han visto rodeados por el fuego mientras trataban de hallar su causa y a su causante. Pero su mayor aliada es la propia naturaleza. Vegetación, piedras y suelo son capaces de guardar las evidencias de un incendio durante décadas.

Fuente: malagahoy.es

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